Postrado observaba como se acercaba. Fino cuerpo de mujer que se dejaba entrever bajo la camisa de lino que me había arrebatado algún tiempo atrás y que ahora le cubría como única vestidura. Fuerte deseo de niña mientras se acercaba como llama que baila en del fuego más ardiente. Su piel iba quemándome según se tumbaba sobre mí, pero una fuerza extraña de su encanto de sirena no dejaba retirarme. Cuando llegué a sus labios sentí derretirme por dentro y mi corazón desfallecía tratando de seguir el ritmo de los dos. El resto, fuego y ceniza.
jueves, 1 de enero de 2009
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